OPINIÓN

Un grito desgarrador por el agua

jueves, 8 de marzo de 2018

Las precipitaciones apenas dieron tregua a Madrid en la última semana, pero hoy los miles de regantes del sureste español se han traído el sol hasta la capital como fiel reflejo de que allí llueve poco, lo que les aboca a pedir, a gritos, agua para asegurar el futuro de la llamada "huerta de Europa".


Gritos por momentos desgarradores, como los que han salido de la garganta de un joven que no ha dudado en "asaltar" la cabecera de la manifestación para mostrar la situación desesperada por la que pasan los agricultores de Alicante, Almería y Murcia, resultado de una sequía estructural que dura más de tres años.


Prueba del hastío han sido las desavenencias internas entre los propios manifestantes, evidenciadas cuando una agricultora se ha dirigido a voces a miembros de la Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia (Fecoam) para reprocharles que esta manifestación no se haya celebrado mucho antes.


Quejas y voces que muestran cómo la paciencia de los regantes -con la Administración, la clase política o incluso entre ellos mismos- se está agotando.


Uno de los que ha acudido hoy a Madrid es Fernando Costa, agricultor de 70 años del municipio murciano de Totana que dirige junto a su hijo una explotación de cultivo de brócoli, alcachofa, lechuga y sandía.


Costa ha lamentado que los políticos no se hayan puesto de acuerdo "para alcanzar un pacto de Estado por el agua que genere riqueza y vida".


Su situación, como la de muchos otros, es límite. Su huerta subsiste gracias al agua extraída de pozos que le suministra su cooperativa, y también a la compra de la en su opinión "cara" agua desalada.


Pero el colectivo de regantes tiene rostro igualmente de mujer, y por eso María José Soto, de 25 años, no ha dudado en viajar desde Campo de Cartagena (Murcia) hasta la capital para hacer visible su descontento con la gestión que se hace del agua en España.


Soto, que también dirige junto a su padre una huerta, ha criticado que la falta de recursos hídricos haya provocado el cese en la producción de pimientos y una reducción del cultivo de melones y patatas.


En su finca ya echan mano de la compra de agua canalizada a las comunidades de regantes para intentar mantener a flote su negocio, aunque atraviesan una situación que ha calificado como "crítica" si no se adoptan soluciones inmediatas.


Son sólo dos casos reales de esta movilización histórica de agricultores del sureste español que ha reunido hoy a cerca de 50.000 personas en Madrid, ciudad que ya han empezado a abandonar y en la que, curiosamente, se pronostica lluvia para las próximas horas. 


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