OPINIÓN

¿Aprenderemos de una nueva riada en el Mar Menor?

viernes, 23 de diciembre de 2016

La escasez de lluvias, su irregularidad, y el carácter torrencial de estas cada cierto tiempo, constituyen elementos característicos de la climatología del Sureste de la Península Ibérica a lo largo de miles de años.


Las consecuencias catastróficas de las riadas forman parte de nuestra historia pasada y reciente, y la investigación sobre el cambio climático apunta a que estos fenómenos podrían acentuarse durante las próximas décadas e incluso siglos.


Lo que ha ocurrido estos días en la Comarca del Campo de Cartagena y en la mayor laguna litoral española, el Mar Menor, constituye pues un fenómeno en gran medida natural, que se ha producido otras muchas veces en el pasado, también en la mayor parte de la fachada oriental de la costa de la Península Ibérica. Aunque la cantidad de lluvias caída ha sido mucho más elevada que en otras ocasiones, su intensidad no ha resultado tan grande en el litoral de la región, y los efectos menos devastadores que otras lluvias más reducidas y violentas.


La gran diferencia con respecto a otras riadas es que han ocurrido sobre un Mar Menor muy enfermo. Diversos trabajos, como el estudio realizado por ANSE y el IEO recientemente documentando la muerte de más del 80 % de las praderas marinas, demuestran que la degradación del Mar Menor ha llegado a una situación límite nunca antes conocida. La eutrofización permanente de sus aguas durante más de un año, y sus consecuencias sobre la naturaleza lagunar y sobre la economía de las poblaciones ribereñas, hacía temer por la llegada de lluvias torrenciales acompañadas de riadas, que finalmente se han producido.


Las riadas y las inundaciones asociadas a las mismas, especialmente virulentas en la zona de Los Alcázares, han demostrado que muchas de las infraestructuras construidas recientemente para evitar los efectos negativos de las riadas no sirven para mucho; en algunos casos directamente para nada.


Pero mientras casi todas las miradas se dirigen a la agricultura intensiva, responsable en muchos aspectos negativos como la contaminación por nitratos o la llegada de más aguas de escorrentía por la modificación de la topografía, arranque de arbolado, plantaciones en sentido de la pendiente, etc., es necesario mirar más allá, y reconocer que la urbanización de lugares que nunca debieron construirse, el trazado de grandes carreteras que desviaron parte de los drenajes, o puertos deportivos y diques que impiden el movimiento de las corrientes lagunares, son también elementos sobre los que se requiere una actuación urgente.


Nadie en su sano juicio plantearía retrotraernos al Mar Menor y Campo de Cartagena de hace medio siglo, pero menos juicio demuestran quienes no quieren actuar en el origen de muchos de sus problemas, y no solamente al final de los mismos. Aunque es imposible evitar algunas consecuencias de las lluvias torrenciales, se pueden minimizar muchos de sus efectos negativos con planificación y gestión adecuadas y adaptativas.


Las imágenes aéreas captadas por ANSE en el puerto de Los Nietos muestran otra de las caras del cúmulo de factores que contribuyen a la degradación del Mar Menor, como son las infraestructuras mal o indebidamente construidas, que interceptan el paso de las escasas corrientes lagunares y los vientos, acumulando muchas toneladas de residuos y acentuando a barlovento del puerto el efecto del depósito de arcillas y sedimentos arrastrados por las aguas desde el campo de Cartagena.


Después de la riada, los vientos predominantes del norte y noroeste han conducido las balsas flotantes de carrizo y los sedimentos hacia el sur y sureste del Mar Menor, reteniendo el puerto de Los Nietos una parte mayoritaria de los mismos, y también de los sedimentos arrastrados desde los regadíos situados al Sur de la población costera.


El enorme depósito de tallos de carrizo procedentes en su mayoría del cauce de la rambla del Albujón y canales tributarios se agolpa formando una gran masa vegetal de varios miles de metros cuadrados, donde abundan los restos plásticos procedentes de la agricultura intensiva, en forma de mangueras de riego y multitud de fragmentos de bandejas de poliestireno utilizadas como semilleros de hortalizas arrastradas a través de canales y ramblas hacia el Mar Menor, que se han partido en miles de pedazos de diferentes tamaño, muchos de los cuales terminarán envueltos entre las arenas de las playas.


Y no es cuestión de oportunismo ni de aprovecharse de una situación catastrófica, porque tarde o temprano esta situación volverá a repetirse, y las consecuencias podrían ser aún más graves si se sigue creciendo de manera irresponsable y sin aprender de situaciones como la ocurrida estos días.


Es urgente la puesta en marcha de un Órgano de Participación Social del Mar Menor en el que todos los sectores sociales puedan discutir y buscar consensos para aplicar nuevas soluciones a los problemas del Mar Menor.


Es urgente modificar algunas de las inversiones previstas para el próximo año en los presupuestos de la Comunidad Autónoma, con el fin de actuar en el origen de los problemas más graves, y no seguir invirtiendo en infraestructuras y actuaciones al final, como los tanques de tormenta, que recogen una parte ínfima de escorrentías incontenibles, con elevadísimo coste de construcción y mantenimiento.


Es necesario recuperar espacios, e incluso demoler y restaurar, en aquellos lugares de mayor riesgo ambiental, actuar en multitud de aspectos relacionados con la agricultura intensiva, recuperar la funcionalidad ambiental de espacios protegidos y lugares no urbanizados, evitar nuevos crecimientos urbanísticos inadecuados, probablemente se deba eliminar alguna carretera o cambiar su trazado, también de algunos puertos deportivos…Hay que hacer infinidad de actuaciones que se vienen planteando desde hace años en diversos foros de participación del Mar Menor y que al final no son tenidas en cuenta, en detrimento muchas de las que se anuncian para seguir la misma senda de las últimas décadas.


Pero, sobre todo, hay que demostrar que hemos aprendido para no seguir repitiendo los mismos errores, y eso exige un cambio aún mayor de las políticas de gestión del Mar Menor y su entorno que el que se ha experimento en el último medio año.





***Escrito de ANSE dirigido a los Grupos Parlamentarios de la Asamblea Regional de Murcia, presidente de la Comunidad Autónoma y consejera de Agua, Agricultura y Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, en relación a las recientes lluvias torrenciales en el entorno del Mar Menor.



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