Naturaleza

El cambio climático amenaza la agroalimentación en España por el ritmo de desertización

viernes, 7 de abril de 2017


El cambio climático es una "gran amenaza" para la agroalimentación, sobre todo en España, por el ritmo actual de desertización, que dejaría a la mitad del país incultivable en menos de 25 años si no se reducen "drásticamente" las emisiones de gases efecto invernadero (GEI).


Así queda recogido en el informe "La transición hacia una economía baja en carbono. Una mirada sobre el sector financiero y el sector alimentario", elaborado por el Instituto de Innovación Social de ESADE en colaboración con Fundación Caja de Ingenieros.


El estudio se centra en estos dos sectores básicos, de "suma importancia para la economía española", que impulsan iniciativas para "hacer frente a los riesgos del cambio climático" para elaborar estrategias que faciliten la transición hacia una economía baja en carbono.


El informe urge a actuar, porque en la actualidad la superficie total del territorio español considerada árida o semiárida es un 27 %, pero se prevé que aumente al 49 % en 2041, según el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.


Además, a escala global, la agricultura es, tras la generación eléctrica y térmica (25 %), la segunda principal fuente de emisiones (24 %) de GEI (datos del año 2014).


En la Unión Europea (UE) el porcentaje baja al 9,9 % (2014) en el agro, que en el caso español (2012) se cifra en 11,07 %, aunque continúa como el segundo sector que más emisiones genera, tras la "quema de combustibles fósiles para la obtención de energía, que representa casi el 80 % de todas las emisiones".


Estas fuentes de GEI se asocian al metano que resulta de la fermentación entérica del ganado y del uso de fertilizantes nitrogenados.


El estudio plantea estrategias en agricultura, industria alimentaria y distribución encaminadas a mitigar las emisiones directas e indirectas y destaca el impulso de canales de distribución de venta de productos ecológicos y de proximidad como respuesta a una demanda creciente de consumidores preocupados por el cambio climático.


Insiste en que para el sector alimentario es clave tomar en consideración el cambio climático porque es uno de los principales emisores globales de GEI y porque amenaza la productividad agrícola por la mayor frecuencia e intensidad de eventos meteorológicos extremos (ola de calor, sequías, inundaciones, etc).


La sostenibilidad económica de la industria de alimentos y bebidas -el primer sector industrial de España- también está amenazada debido a la reducción de la productividad agrícola y a la inestabilidad de los precios agrícolas.


El incremento de la temperatura del aire, la concentración de CO2 en la atmósfera y los cambios en las precipitaciones estacionales serán los factores que afectarán más a la agroganadería.


Para mitigar sus efectos es preciso apostar por el uso sostenible de recursos hídricos, gestión sostenible del suelo, reducción de pesticidas químicos, restauración de la biodiversidad y adaptación de las prácticas agrícolas, para lo cual juega un papel importante la producción integrada y ecológica, así como la innovación.


Las empresas de transformación de alimentos y bebidas también tiene sus riesgos por el cambio climático, aunque sean indirectos, derivados de una mayor inestabilidad y a precios más altos de las materias primas, así como por el aumento del precio de la energía.


En este caso las estrategias pasan por generación propia de energía renovable, estrategias de reducción de la huella de carbono, ecodiseño de envases y embalajes, planes de "residuos cero" al vertedero y formación de proveedores en prácticas sostenibles.


En lo que se refiere a la distribución, la relevancia creciente del cambio climático se refleja en la mayor concienciación de la importancia del consumo responsable, lo que constituye una oportunidad, pero también un desafío, según el informe.


La gestión de residuos es relevante para los distribuidores, y, además de los generados por envases y embalajes, destaca el informe el desperdicio de alimentos -entre 30 y 40 % de los que se producen en el mundo no llegan nunca a consumirse-; el consumo de energía es otro de sus retos.


Plantea posibles estrategias encaminadas hacia acciones para la eficiencia energética, planes de logística y de movilidad sostenible, redes de distribución ecológica, canales cortos de comercialización y la reducción del desperdicio. 

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