El presidente de Rusia, Vladímir Putin, extendió este miércoles por dos años, hasta finales de 2026, el embargo contra los alimentos perecederos occidentales, vigente desde 2014.
El correspondiente decreto presidencial fue publicado el miércoles en el portal de información legal de la administración pública de Rusia.
Putin había prolongado por última vez el embargo en septiembre de 2023, cuando lo extendió hasta finales de este año.
Es la primera vez que extiende por dos años -hasta el 31 de diciembre de 2026- el embargo que limita la entrada al país de una serie de productos agrícolas, materias primas y alimentos de los países que impusieron sanciones a Rusia tras la anexión ilegal de la península ucraniana de Crimea en marzo de 2014.
El decreto establece prorrogar las "medidas económicas especiales" establecidas por el presidente ruso el 6 de agosto de 2014 "con el objetivo de garantizar la seguridad de la Federación Rusa".
Occidente impuso las primeras sanciones a Rusia tras la anexión de Crimea, medidas que reforzó tras el inicio del conflicto armado en el Donbás y el apoyo de Moscú a las milicias prorrusas de las regiones de Donetsk y Lugansk.
Rusia respondió con contrasanciones que limitan la importación de una serie de mercancías producidas en esos países que Moscú considera inamistosos.
La primera vez que Rusia impuso este embargo alimentario fue en agosto de 2014 contra la Unión Europea, EEUU, Australia, Noruega y Canadá, a los que sumaría en 2015 Albania, Montenegro, Islandia y Liechenstein, y en 2016 la propia Ucrania.
A los productos cárnicos, lácteos, pescado, verduras y frutas, Moscú añadió en 2017 cerdos vivos y diversos subproductos y grasas animales.
Además, Putin ordenó posteriormente que todos los productos perecederos occidentales que entren ilegalmente en el mercado ruso debían ser destruidos.
El líder ruso ha admitido que el embargo es, en realidad, una medida proteccionista encaminada a proteger el mercado agroalimentario ruso, incapaz de competir con las exportaciones occidentales.
Muchos productores rusos están interesados en que el embargo a Occidente se prolongue el mayor tiempo posible, aunque los alimentos occidentales siguen apareciendo clandestinamente, aunque en pequeñas cantidades, en las estanterías de algunas tiendas y mercados.