Laboral

El temporero fallecido por un golpe de calor descansa en paz tras un lento retorno a Nicaragua

martes, 1 de septiembre de 2020

Jornaleros 2


Los restos del temporero nicaragüense Eleazar Blandón, fallecido en España por un golpe de calor, amanecieron este sábado en su última morada tras 28 días de un lento proceso de repatriación, como consecuencia de la pandemia de covid-19.


Blandón, de 42 años y quien murió de un golpe de calor mientras descargaba sandías en una finca de Puerto Lumbreras (Murcia), fue enterrado ayer en la tarde en el cementerio de la ciudad de Jinotega, en el norte de Nicaragua, en medio de familiares, amigos, y curiosos, que formaron una multitud inusual, que contrastó con los llamados “entierros exprés”, comunes en el país centroamericano desde que inició la pandemia.


Fiel al estilo “norteño” de Nicaragua, el féretro fue acompañado con música de filarmónica, cuyas letras destacaban las cualidades de Blandón, al que definían como un buen hombre, cuyos restos debieron esperar 28 días para descansar en paz, dada la irregularidad de los vuelos a causa de la emergencia sanitaria.


El caso del nicaragüense conmocionó a España porque reveló cómo se han endurecido las condiciones de los temporeros sin documentos en ese país en medio de la pandemia, quienes se ven obligados a trabajar largas jornadas bajo fuerte calor, a cambio de salarios precarios.


La muerte de Blandón aparentemente fue propiciada o agravada por su jefe, originario de Ecuador, ya que, según testigos, además de no atender su situación de salud al momento de descargar un camión de sandías, retrasó su traslado a un centro de salud de Lorca, donde lo habría dejado abandonado.


La muerte del nicaragüense evidenció las condiciones en las que trabajan los temporeros irregulares en España, además de largas jornadas en duras condiciones climáticas, a veces no tienen permiso para reponer energías, tomar agua, o incluso enfermarse, y son víctimas de insultos, más condiciones de hacinamiento que agravan la situación de la pandemia, según denuncias.


El pasado 6 de agosto, Ana Blandón, hermana de Eleazar, dijo a medios en Almería junto al parlamentario de Adelante Andalucía Diego Crespo y el portavoz provincial del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), José García Cuevas, que su hermano no habría fallecido si hubieran llamado a una ambulancia y aseguró que la empresa "no le brindaba ni agua".


Allegados de Blandón afirmaron que este se vio obligado a ir a trabajar ilegal a España porque su condición de opositor le impedía llevar una vida normal en Nicaragua.


Lo intentó primero en Bilbao, País Vasco, en el norte de la península, a donde llegó el 21 de octubre pasado. Sin suerte, viajó a Almería, Andalucía, en el sur, y fue lo mismo, hasta que supo de gente que buscaba a temporeros irregulares, para pagarles de tres a cinco euros la hora, en Lorca (Murcia), donde nunca se sintió cómodo por las duras condiciones.


Blandón, quien sin querer murió igual que su padre, trabajando ilegal en el extranjero (Estados Unidos), dejó en Nicaragua a su pareja y sus cinco hijos, el último de ellos un bebé al que no conoció. 

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