EN NOMBRE PROPIO

Gallardo (ALAS): "El Pacto Verde Europeo tendrá un alcance nunca visto bajo el sistema de producción más seguro, saludable, variado y asequible para los consumidores"

viernes, 28 de mayo de 2021

Pedro Gallardo, presidente de ALAS (Foto ALAS)


Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS) es una agrupación de entidades del sector productor español surgida para manifestar su apoyo a todos los modelos de agricultura productiva sostenible, basados en la evidencia científica. En Agrodiario hemos entrevistado a su presidente, Pedro Gallardo, para conocer en profundidad a esta asociación, en nuestra sección 'En nombre propio'...


¿Qué es la Alianza por la Agricultura Sostenible (ALAS)? ¿Qué objetivos tiene?


Es una agrupación de entidades que articulan el sector productor agrícola y ganadero español que tiene como detonante impulsar a todos los modelos de agricultura productiva sostenible siempre que estén basados en la evidencia científica: desde la agricultura convencional hasta la agricultura ecológica, entre otras. ALAS también nació para mejorar ante la sociedad la reputación social de los agricultores y los ganadores para se apropien el relato de su actividad y la enorme responsabilidad que implica producir alimentos.


Además, permanecemos al lado de las Administraciones recordando que es necesario disponer de un marco regulatorio estable y predecible para acceder a unas herramientas productivas que garanticen la sostenibilidad económica del sector agrícola ante los retos de las Estrategias De la granja a la mesa y Biodiversidad 2030, elementos centrales del Pacto Verde Europeo. Por ello es muy importante que cualquier decisión política que incumba a nuestros intereses se tome teniendo en cuenta la ciencia sobre su utilidad y conveniencia.


¿Cuántos miembros forman parte de esta asociación?


La Alianza está compuesta por seis organizaciones del sector agroalimentario. Cuatro de ellas son las más representativas de los agricultores, ganaderos y cooperativismo. Hablamos de las organizaciones profesionales agrarias ASAJA, COAG y UPA, además de Cooperativas Agro-alimentarias de España. Juntos representan casi un millón de explotaciones.


El músculo del sector es su capacidad exportadora. Otro de los socios de ALAS es la Federación Española de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas Vivas (FEPEX). El gran problema medioambiental de la agricultura es la pérdida de materia orgánica en los suelos por la erosión y creemos que la Agricultura de Conservación es un modo de producción con varios beneficios medioambientales: la siembra directa y las cubiertas vegetales favorecen el aumento de la materia orgánica, fija carbono al suelo y potencia la biodiversidad. Por eso, la Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEACSV) forma parte de nuestra organización.


¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta el sector productor en estos momentos?


Los agricultores y ganaderos se enfrentan a un periodo de transición en la forma y modo de producir alimentos. El Pacto Verde Europeo tendrá un alcance nunca visto para nosotros que cultivamos y criamos ganado bajo el sistema de producción más seguro, saludable, variado y asequible para los consumidores en el mundo.


En el filo de la navaja está la adaptación a las exigencias que se nos van a imponer como la reducción del 50% del uso de productos fitosanitarios en 2030 y rebajar como mínimo en un 20% el uso de fertilizantes. También se aspira a eliminar en un 50% la utilización de antimicrobianos en ganadería. Creemos que es una decisión muy drástica, ya que se nos está asignando en realidad un modelo de producción cuando cada tipo de agricultura responde a una realidad del entorno ambiental, nuestra rentabilidad y el mercado.


Por lo tanto, exigir estas reducciones para una agricultura como la española, que es la más variada en Europa, puede ser contraproducente. España es el segundo país europeo en términos de superficie y producción, y con más diversidad de cultivos de la Unión Europea (UE) por delante de naciones países como Francia y Alemania.


Precisamente, la agricultura y la ganadería españolas están en un escenario muy vulnerable a los efectos del cambio climático como largos periodos de sequía, extremos episodios aunque breves de precipitaciones o aumento de plagas y enfermedades. Por eso, cualquier limitación en el uso de herramientas de innovaciones con aprobación científica para nuestras actividades como son las soluciones del lado de la sanidad vegetal o la biotecnología (edición genómica) toca de fondo nuestra sostenibilidad. El informe sobre 'El futuro del sector agrícola español' es muy esclarecedor sobre los desafíos a que nos enfrentamos.


Hemos reiterado que se realice un estudio de impacto económico en general de la aplicación de las estratégicas del Pacto Verde Europeo. Estamos esperando que se haga público uno a nivel comunitario. En la retina, se refleja el pronóstico nada alentador que reveló el análisis prospectivo del USDA: un descenso de la productividad del 12% y de los ingresos de las explotaciones del 16% en el conjunto de la UE. Y un incremento del coste de la cesta de la compra de 155$ per cápita al año.


El revelo generacional al frente de las fincas agrarias y las explotaciones es preocupante. Para ayudar a frenar el abandono de la actividad hemos puesto en marcha con Corteva el 'programapuebla.es' para incentivar los proyectos innovadores de jóvenes que quieran quedarse en sus raíces rurales.


En la actualidad, ¿Qué importancia tiene el sector agrario en nuestra economía?


La situación motivada por la crisis sanitaria de la COVID ha puesto en relevancia el papel de los agricultores y ganaderos. Se ha dado un paso en positivo en la percepción que tienen los consumidores y en términos económicos, ante el hundimiento del turismo, la agricultura y la ganadería se han expandido un 4,7% mientras la economía se ha hundido y ha logrado su mayor peso en el PIB en 15 años.


España fue la cuarta potencia europea con la producción agrícola más alta: 51.700 millones de euros en 2019. El valor de nuestra producción agraria representó en ese año el 12% del total de la UE, según Eurostat.


Desde que se decretara el estado de alarma, una de las actividades que no han parado es el suministro de productos de alimentación. ¿Cómo han afrontado ganaderos y agricultores las nuevas circunstancias en las que deben desarrollar su actividad?


Los agricultores y ganadores se han adaptado como sector económico esencial, va en nuestro ADN. Aunque en canal Horeca está sufriendo mucho, una de nuestras salidas comerciales, hemos buscado alternativas como el comercio online de productos agrarios abriendo un camino a la digitalización. Lo que es cierto es que los ganadores y agricultores han estado allí y hemos sido de los muy pocos países de Europa que tenía stock de alimentos. La cadena de suministro no se ha interrumpido en los momentos más críticos.


¿Cómo afectará a corto plazo esta crisis sanitaria a la industria agroalimentaria?


Básicamente, especializándose ante las nuevas demandas del consumidor, espoleadas por las circunstancias. Debemos adaptarnos a los nuevos tiempos de la digitalización, que es una vía para explotar, no solo la posibilidad de llegar al mercado de manera directa, sino refrendando la seguridad alimentaria. Las cadenas cortas de digitalización digital, que integran a cada sector alimentario, darán respuesta a la confianza al consumidor, pero tampoco debemos olvidar el carácter exportador de muchas de las producciones, que además son productos muy bien valorados en el Centro y Norte de Europa.


¿Cómo han ido transformándose las explotaciones agrarias y ganaderas en los últimos cinco años?


A veces se achaca de forma injusta a los agricultores la falta de productividad y el abuso de los recursos naturales. Nosotros damos cifras. A principios de 1960, la producción media de maíz en España estaba en 3,3 toneladas por hectárea. Hoy en día, se alcanzan 11,5 toneladas por hectárea. Y eso se ha hecho reduciendo el uso del agua y la energía. Otro ejemplo es el cultivo del tomate. Entre 1980 y 2008, por cada tonelada, hay un 52,3% de reducción del uso de la tierra, una disminución del 31% del consumo de agua y si es de agua de riego cae un 34% gracias al uso del riego localizado y la fertirrigación. La pérdida de suelo y materia orgánica se ha reducido en un 52%. Este es el hilo de la modernización de nuestras explotaciones para ser más sostenibles.


Todo ello se ha conseguido por nuestro esfuerzo en cuidar los recursos naturales. Nos va en ello nuestro negocio. Hay que dejar claro que sin la sostenibilidad económica de nuestras explotaciones agrícolas y granjas, no tiene sentido ni la social ni la medioambiental. El uso de la agricultura de precisión se basa fundamentalmente en gastar solo que la planta necesita.


En la mitigación de gases de efecto invernadero, se ha reducido las emisiones de nitrógeno por parte de los tractores en un 95% desde el 2000. En definitiva, las explotaciones se han modernizado para que sean más sostenibles y digitales y reduciendo el uso de recursos naturales.


Que los lectores tengan en cuenta que todo este esfuerzo no se ha hecho en detrimento del aumento del precio de los alimentos. En 1960, el 55% de gastos se dedicaba a la alimentación, en 2018 solo el 15%, por lo que se han abaratado a favor de otros gastos de las familias. Y todo ello con productos de máxima calidad.


Desde ALAS defienden un modelo de agricultura inteligente y que las Administraciones tomen decisiones relativas al sector basadas en la agrociencia. ¿En qué consisten estos planteamientos?


Hemos pasado de la agricultura intuitiva a una racional e inteligente, basada en datos procesados una vez extraídos de herramientas de digitalización como sensores de humedad, imágenes térmicas por satélite y drones etc. En definitiva, el uso de herramientas digitales que implican que el cultivo sea aún más respetuoso con el medio ambiente y también con los costes de producción. Por ejemplo, la edición genómica haría que esta agricultura inteligente asuma los retos del cambio climático y otros coyunturales. Este caso con el CRISPR es paradigmático. En Europa vemos en demasiadas ocasiones como se toman decisiones basadas en grupos de presión ideológicos y económicos. Antes de legislar hay que basarse en la evidencia científica. Nunca ha estado más conveniente sobre la mesa la apuesta por la agrociencia.


Al respecto, ¿qué papel juega la digitalización para la creación de modelos sostenibles en ámbitos como la alimentación y el cuidado del suelo?


La digitalización permite procesar unos datos objetivos sacados de las herramientas para tomar decisiones lo más rápido posible para adaptarse a los efectos del cambio climático como lluvias torrenciales, extremas sequía o aumento de plagas y enfermedades. Por ejemplo en el cuidado del suelo, gracias a la digitalización vamos a saber si en una parcela hay deficiencia de minerales o materia orgánica y va a permitir focalizar planteamientos y soluciones para remediarlo gracias a los datos. Procesarlos y presentarlos accesiblemente será crucial para que el agricultor se anticipe de manera objetiva a los desafíos. La agricultura es muy inestable por los fenómenos meteorológicos y la volatilidad de los mercados, por lo que es muy necesaria la digitalización. Estas cadenas de digitalización son básicas para que el consumidor sepa que hay detrás de la vida del producto.


¿Qué retos son necesarios sortear para lograr este modelo?


Se está trabajando mucho en una cadena compartida de información para favorecer la producción y la comercialización sostenibles de los alimentos. El reto de trabajar en colaboración más que nunca es necesario. El otro reto es el acceso a estas tecnologías y al procesamiento de datos. Vamos a depender del trabajo compartido en aras de que se puedan tomar decisiones. Las herramientas son cada vez más democráticas.


Desde ALAS han impulsado el 'Manifiesto por la Agrociencia' con una serie de propuestas concretas dirigidas a las Administraciones Públicas, a nuestros representantes electos, a los agentes económicos y sociales, y a la sociedad en general. ¿Cuáles son sus bases?


La base principal es que sólo una toma de decisiones que reconozca el papel de la innovación en la agricultura y se base en la ciencia nos permitirá tener éxito en esos retos y mantener la competitividad, el empleo, la producción, la modernización y la transición ecológica justa que permita combatir la despoblación en las zonas rurales.


El Manifiesto Agrociencia lanza una serie de propuestas concretas dirigidas “a las Administraciones Públicas, a nuestros representantes electos, a los agentes económicos y sociales, y a la sociedad en general”: Potenciar el papel del sector agrario como sumidero de carbono, facilitando a los agricultores la sostenibilidad de sus producciones, y considerar la agricultura y la ganadería en España como un laboratorio europeo para el cambio climático por su mayor exposición a las consecuencias de este fenómeno. Para ello, el manifiesto pide la creación de servicios de asesoramiento al sector para mejorar su capacidad de adaptación.


Solicitamos también flexibilizar el objetivo de reducción del 50% del uso y del riesgo de los productos fitosanitarios establecidos en las Estrategias De la granja a la mesa y Biodiversidad 2030, de la Comisión Europea, y establecer unos plazos realistas y un marco regulatorio apropiado que permita acelerar la introducción de nuevas soluciones y alternativas, incluidos productos fitosanitarios con menor impacto, como sustancias de bajo riesgo o biosoluciones. Para ello es necesario la elaboración de un estudio de impacto basado en evidencias científico-técnicas que evalúe la viabilidad de la propuesta y sus consecuencias para el sector.


Se debe poner en valor el papel que la tecnología y la digitalización desempeñan en toda la cadena de valor agroalimentaria y fomentar su desarrollo y adopción mediante una regulación concreta.


Es prioritario establecer, como solicita también la comunidad científica, por parte de las autoridades europeas un marco regulatorio basado en criterios científicos, proporcionado y razonable que permitan a los agricultores utilizar las variedades mejor adaptadas a los desafíos fitosanitarios, competir en condiciones de igualdad y poner en valor los recientes avances en técnicas de edición genética, como los merecedores del premio nobel de química en 2020, que dan lugar a nuevas y precisas herramientas para mejorar las plantas cultivadas, recuperar variedades tradicionales y generar otras nuevas que posibiliten sistemas de producción de alimentos abundantes y saludables, más sostenibles y resilientes.


Finalmente, pedimos poner en valor la transformación que la ganadería y las organizaciones interprofesionales del sector en España ha llevado a cabo para ir más allá de las exigencias europeas de bienestar animal, como el proyecto Compromiso Bienestar Animal, un esquema de certificación con los estándares más exigentes del mundo en este ámbito, y favorecer el acceso a innovaciones y desarrollos tecnológicos en ganadería y reconocer los beneficios del consumo de carne roja o elaborada dentro de una alimentación saludable equilibrada y variada.


El documento ha sido impulsado en un primer momento por las organizaciones miembros de ALAS, la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla), la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove) y Foro Interalimentario.


Por último, ¿cree que está suficientemente reconocido el papel de los agricultores por parte de los consumidores? ¿Es necesaria más información para la sociedad?


Nosotros creemos que el sector agrario no hizo sus deberes en su momento a la hora de abrirse a la sociedad y comunicar su trabajo cotidiano para ponerlo en la importancia que merece. Pero los tiempos han cambiado, la sociedad demanda más información y tenemos un déficit, por lo que abrimos las puertas de nuestras explotaciones a los consumidores para exhibir nuestro compromiso con el medio ambiente y el bienestar de los animales. Es necesario que los consumidores sepan qué hay detrás de un tomate, del consumo de carne, etc.


Hay una brecha emocional importante entre el medio urbano y el medio rural. Uno de los objetivos primordiales de ALAS es informar de forma proactiva para que se abandonen los clichés y prejuicios. Por otro lado, es más necesario que nunca abrir también las puertas a las explotaciones para el relevo de jóvenes. El perfil de agricultor y ganadero en España es de una edad muy mayor y en pocos años debe producirse este relevo.



EN NOMBRE PROPIO



Libro o Película: La lista de Schindler

Color: Blanco

Una afición: Jardinería

Un deseo: Seguir viviendo en el campo

Un día de la semana: Lunes

Una estación del año: Primavera

Una comida: Carne

Un destino: Cualquiera en España

Un refrán: Querer es poder


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