Regadíos y Abastecimientos

La huella hídrica de las hortícolas cultivadas en invernaderos solares en el Sur de España es hasta 20 veces menor

miércoles, 21 de julio de 2021


Agua Balsa Recogida Lluvia Invernadero Solar (Foto CuteSolar)


En los invernaderos solares del sur de Europa, localizados fundamentalmente en Almería y la costa de Granada, donde se produce la mitad de los productos hortofrutícolas que se consumen en el continente, la huella hídrica es hasta 20 veces inferior que la media del conjunto de la agricultura nacional.


Esto es posible porque la escasez de agua en esta zona ha llevado a los agricultores a buscar fórmulas que permitan optimizar al máximo los recursos disponibles, basadas en la combinación de la experiencia artesanal con la innovación y la aplicación de las ultimas tecnologías en control climático y de fertiriego. 


“El aumento de la población, la urbanización, la industrialización y el cambio climático nos obligan a redefinir las políticas sobre el uso del agua si queremos hacer frente a los desafíos alimentarios que supondrá el crecimiento demográfico de los próximos años”, explicó el presidente de Hortiespaña, Francisco Góngora.


La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha calculado que según el tipo de dieta que se lleve, una persona necesita entre 2.000 y 5.000 litros de agua para producir los alimentos que consume diariamente. 


En este contexto, los agricultores de los invernaderos solares del sudeste español "se sitúan a la vanguardia a nivel mundial en cuanto a la optimización de los recursos hídricos", indicaron fuentes del programa CuteSolar.


Una prueba de ello es la tradicional técnica del enarenado que evita la salinización de las capas superiores del suelo, así como la pérdida de agua por evaporación directa, lo que permite disminuir el consumo medio de agua por unidad de superficie. 


A esta técnica se suma la continua innovación en los sistemas de riego por goteo, que minimizan las pérdidas de agua, asegurando que cada gota sea aprovechada en los cultivos. Esta técnica, además, permite la fertirrigación, es decir, el aporte de agua y fertilizantes de forma conjunta y en función de las necesidades de las plantas.


Agua Control Riego Invernadero Solar (Foto CuteSolar)


En los últimos años, estas técnicas han ido incorporando más tecnología, permitiéndose el riego localizado de alta frecuencia controlado por sistemas informáticos. En este sentido es clave el uso de distintos sensores que informan al productor de la disponibilidad de agua en el suelo, así como de la concentración de abono. Además, cada vez se instalan más sistemas de riego interconectados a los de control de clima del invernadero (basados en el uso de sondas de temperatura, humedad y viento) consiguiéndose de esta manera una optimización continua de cada gota de agua.


Otro avance importante, y de obligado cumplimiento en todos los invernaderos solares es la utilización de estructuras formadas por canales de recogida de agua de lluvia en los techos y un sistema de tuberías para su conducción a balsas o depósitos para su posterior uso en el riego. 


En este sentido, estudios del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa) han demostrado que la recogida de aguas pluviales puede cubrir más del 35% de las necesidades de los cultivos a lo largo de la campaña agrícola. 


¿Qué es un invernadero solar?


Un invernadero solar es una estructura cerrada cubierta por plásticos, a través de los cuales inciden los rayos del sol dejando pasar la luz necesaria para que las plantas mantengan la temperatura adecuada para su desarrollo en los meses de invierno, de modo que puedan realizar la fotosíntesis. 


En este proceso las plantas producen nutrientes a partir del CO2 que absorben del aire y liberan cantidades ingentes de oxígeno a la atmósfera. Los invernaderos solares se diferencian notablemente de los métodos productivos de otras superficies invernadas, donde sí se utilizan sistemas de calefacción e iluminación artificial a partir de combustibles fósiles que conllevan hasta un 30% más de consumo energético, más el consiguiente efecto contaminante. 


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