Sequía/Inundaciones

Los agricultores del Sahel ya adaptan sus cultivos a los cambios climáticos

lunes, 8 de noviembre de 2021


Manojos de arrozal secandose Sulawesi Indonesia (Foto Intef)


Los agricultores del Sahel africano han adaptado sus cultivos a la gran variabilidad estacional y al aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático en el último siglo, según un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB).


El estudio, que publica la revista 'Journal of Ethnobiology', resalta la importancia del conocimiento ambiental de las comunidades rurales e indígenas en la adaptación al cambio climático, documenta las observaciones de los agricultores Sereer sobre los cambios medioambientales en la región de Fatick (Senegal) y analiza cómo los agricultores usan la diversidad de cultivos para adaptarse a esos cambios.


Estas poblaciones rurales del Sahel tienen una gran dependencia de la agricultura de secano, lo que las hace muy vulnerables a la variabilidad climática, que amenaza su principal fuente de alimentos e ingresos.


Según la investigación, realizada por las investigadoras del ICTA-UAB Anna Porcuna-Ferrer y Victoria Reyes-García, junto a Faustine Ruggieri del CIRAD (Francia), durante el último siglo, los agricultores Sereer han tenido que hacer frente a cuatro periodos climáticos distintos -con variaciones en las precipitaciones, temperatura y vientos-, en los que fueron modificando la variedad de cultivos para adaptarse.


Los resultados muestran que, durante los períodos de sequía, los agricultores introducen las variedades agrícolas de ciclo corto, que necesitan menos tiempo para madurar, para que no les afecte tanto si la época de lluvias empieza más tarde y acaba antes.


Abandonan así los cultivos de variedades de ciclo largo, que se reintroducen en períodos en los que la lluvia es más abundante, y alternan igualmente variedades de ciclo corto y largo de sorgo (Sorghum bicolor), mijo perla (Pennisetum glaucum), cacahuete (Arachis hypogaea) y frijoles (Vigna unguiculate).


Los agricultores Sereer identifican cuatro períodos climáticos distintos desde 1900: el primero, hasta 1960, estuvo marcado por una temporada de lluvias larga (de mayo a noviembre) con precipitaciones fuertes y abundantes, temperaturas altas en los meses previos a las lluvias y frías en los posteriores.


A principios de 1970 comenzó un período de intensa sequía –llamada 'ofein' en la lengua local- que durante una década se caracterizó por lluvias escasas (de julio a principios de septiembre), temperaturas cálidas durante todo el año y ausencia de épocas de frío.


La falta de lluvias durante la época de floración de los cultivos, en septiembre y octubre, provocó malas cosechas, hambrunas, ausencia de pastos, reducción de los rebaños, y desaparición de muchos animales salvajes por la desecación y la pérdida del hábitat forestal.


Durante este período, y para lograr mantener la producción durante períodos de sequía, los agricultores introdujeron la mayoría de variedades de ciclo corto que mantienen hoy en día.


El período que siguió a la sequía, de 1980 hasta finales de 1990, recuperó gradualmente los niveles de lluvia, aunque con períodos más cortos.


Las temperaturas dejaron de ser estacionales y el frío tras la temporada de lluvias no regresó, según consta en el estudio.

El último periodo descrito por los agricultores encuestados en el trabajo del ICTA-UAB comenzó en el año 2000 y está todavía en curso


Según los encuestados, las precipitaciones se han recuperado a niveles equivalentes a los previos a la sequía y, aunque la temporada sigue siendo corta, la lluvia es abundante y se distribuye uniformemente en el tiempo.


Los agricultores coinciden en que, en comparación con la década de 1960, las temperaturas son ahora más cálidas y hay más viento, lo que relacionan con la falta de la barrera natural que ofrecían los árboles


Según el estudio, el tamaño de los rebaños no ha aumentado porque todos los pastos accesibles están ahora cultivados, y los árboles no se regeneran porque el uso de herramientas de tracción animal, como sembradoras y azadas, acaba con los brotes jóvenes.


"Entender cómo los agricultores Sereer utilizan la diversidad de cultivos para adaptarse a las variaciones climáticas puede ser la base de las políticas de adaptación al cambio climático que abordan las necesidades y limitaciones locales", ha explicado Anna Porcuna-Ferrer.


El estudio recomienda incluir el conocimiento local y a los agricultores tanto en la elaboración como en la implementación de políticas de adaptación al cambio climático. 

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