Frutos secos, cereales y legumbres

El cultivo de maíz transgénico cumple 25 años en España y Portugal

martes, 22 de marzo de 2022


Maiz en mazorca campo cultivo (Foto Pxby)


En 2022 se cumplen 25 años de la primera siembra de maíz transgénico en España, que junto a Portugal son los únicos países de la Unión Europea (UE) que han decidido apostar por su producción, según ha relatado a Efeagro la directora de la Fundación Antama, Soledad de Juan, quien defiende el criterio científico en el diseño de la agricultura europea del futuro.


En 1998, los agricultores españoles dedicaron al maíz Bt, un organismo modificado genéticamente (OMG) para ser resistente a la plaga del taladro, 22.320 hectáreas, una cifra que tuvo su pico más alto en 2013 (136.960 ha) y que ha ido variando a lo largo de estos años de forma proporcional a la superficie total de este cereal.


Aún no hay cifras de su superficie para 2022, pero en 2021 su extensión alcanzó 96.610 hectáreas, según los datos de la Fundación para la Aplicación de Nuevas Tecnologías en la Agricultura, el Medio Ambiente y la Alimentación (Fundación Antama), que calcula que el maíz Bt representa de media el 30 % de las hectáreas de maíz.


"A lo largo de este tiempo se han recogido y cuantificado los beneficios y contribuciones de su siembra", ha apuntado De Juan Arechederra, quien ha destacado que ha propiciado ahorros en agua de riego, insecticidas y combustibles, así como más ingresos a los productores, lo que ha ayudado a la fijación de población rural.


"La UE se ha quedado atrás absolutamente" en la utilización de las semillas transgénicas, "que por supuesto no tienen ningún peligro para la salud o el medio ambiente" y de las que "hay muchísimos autorizados por otros países del mundo que luego, además, los venden entre otros a la UE".


Con datos del Servicio Internacional para la Adquisición de Agri-biotecnología Aplicaciones (Isaaa, en sus siglas en inglés), ha indicado que en el mundo hay más de 190 millones de hectáreas dedicadas a cultivos modificados genéticamente (MG) repartidas por cerca de una treintena de países.


Entre ellos destacan cinco: Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá e India, que dedican sobre todo estos cultivos biotecnológicos para producir y exportar soja -la principal fuente de proteína en alimentación animal-, maíz, algodón y colza.


La UE -ha puesto como ejemplo- compra a estos productores más de cien variedades transgénicas, como el algodón MG estadounidense, cuya producción está prohibida en los países comunitarios pero cuyas fibras "se utilizan para la elaboración de los billetes de euro".


A su juicio, la situación derivada de la pandemia y el inicio de la guerra en Ucrania "nos ha hecho ver lo vulnerables que somos en muchos aspectos y la dependencia de materia prima del exterior de la UE", por eso este momento debe ser en un "punto de inflexión" para apostar por "un sector primario más competitivo y sostenible".


Para la directora de la Fundación Antama, la "incertidumbre brutal" que ahora vive el campo, con dificultades para muchas explotaciones, tiene que dar pie al "replanteamiento" de la actividad agropecuaria del futuro en el que "el criterio científico sea el que prime".


Ha agregado que "la biotecnología sigue avanzando", a veces "a pasos agigantados", como lo demuestran la aplicaciones de la edición genómica CRISPR en medicina o farmacología, o el desarrollo de transgénicos, cuyas evoluciones van a continuar "creciendo en paralelo".


"La innovación, que la aceptamos muy bien en una crema hidratante o un móvil, parece que se rechaza cuando se trata de alimentos", ha sentenciado tras recordar cómo se "ha demonizado durante años y muy injustamente" la tecnología transgénica.


"Hay que acercar el medio rural al medio urbano, porque hay una brecha gigante entre el urbanita y el productor", y el consumidor que vive en las ciudades a veces tiene una "imagen muy anticuada del sector agrario", que es puntero en tecnologías innovadoras de maquinaria, sistemas de riego o producción de semillas, ha añadido.

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