Los agricultores y ganaderos trabajan la tierra y cuidan de los animales para producir alimentos de calidad, pero también son empresarios. Acceder a la financiación, especialmente en el arranque de sus proyectos, es muchas veces un obstáculo que hay que sortear.
Las explotaciones agrarias son empresas, pero con algunas peculiaridades que se trasladan a las operaciones financieras. En primer lugar, los ingresos que obtienen pueden ser muy diferentes cada año, debido a las condiciones climáticas, a las variaciones de la producción o a otras cuestiones de mercado. Otra diferencia destacable es el tiempo para los cobros y los pagos. En términos generales, los productores agrarios reciben su renta cuando venden sus productos, al finalizar la cosecha, mientras que los pagos se concentran al principio de la misma.
"Eso hace que haya una mayor necesidad de financiación", explica el presidente del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), Miguel Ángel Riesgo. Las entidades bancarias se han adaptado a estas necesidades, conscientes de la potencialidad del sector, especialmente en el caso de cajas y bancos con presencia destacada en el territorio.
La PAC, un aval que llega desde Europa
Uno de los principales avales y estabilizadores de la renta de los productores son los fondos que llegan desde la Política Agraria Común. Sólo en España, suponen un montante de 5.000 millones de euros en ayudas directas. "El hecho de que los agricultores vayan a cobrar la PAC supone que las entidades financieras conceden sus créditos de una manera más fácil", asegura Riesgo. Y por este motivo todo el sistema de organismos pagadores trabajan para que los pagos "lleguen en plazo, a los agricultores que los merecen, y sin ningún tipo de problemas ni de fraudes".
La normativa comunitaria también ha desarrollado otras medidas de financiación, como el Instrumento Financiero de Gestión Centralizada (IFGC), una herramienta novedosa que busca favorecer la gestión de algunos fondos europeos, en el actual periodo de programación.
Su objetivo es paliar las dificultades de acceso a la financiación privada con actividad económica ligada al medio rural, de manera que se complementan las ayudas a fondo perdido con el apoyo a inversiones financieramente viables, pero que no consiguen financiarse a través del mercado.
En España se encuentra en el actual Marco Nacional de Desarrollo Rural, por su potencial para el apoyo a los diferentes programas de las Comunidades Autónomas que pueden adherirse al mismo y se gestiona a través de la Sociedad Anónima Estatal de Caución Agraria (SAECA)
También gracias a la PAC se pueden conseguir fondos en el segundo pilar, el del desarrollo rural, para inversiones en activos físicos -que permiten mejorar la explotación, la comercialización y la producción-, inversiones para medidas forestales y las inversiones o ayudas para la instalación de jóvenes agricultores.
Los jóvenes agricultores