Ciencia

Los habitantes de la Meseta castellana ya eran expertos ovejeros hace 8.000 años

viernes, 28 de mayo de 2021


Ovejas en la Sierra de Atapuerca (Foto IPHES)


Los habitantes de la Meseta castellana hace 8.000 años ya eran expertos en la cría de las ovejas, según ha demostrado una investigación del Instituto Catalán de Paleontología Humana y Evolución Social (IPHES), que ha documentado la rápida capacidad de adopción de la ganadería durante el Neolítico.


La raigambre en la cría de ovejas en esta zona ha podido documentarse gracias a los numerosos hallazgos de los últimos años en la cueva de El Mirador (Sierra de Atapuerca, Burgos), que han servido para reproducir el modo de vida de las primeras comunidades pastoriles y agricultoras en la Península Ibérica.


Ahora, un trabajo liderado por los investigadores del IPHES y de la Universidad Rovira i Virgili (URV) Patricia Martín, Carlos Tornero y Josep Maria Vergès, que publica la revista 'Archaeological and Anthropological Sciences', ha revelado nueva información sobre el origen y consolidación de las prácticas ganaderas en la Meseta hace 8.000 años.


Los investigadores han llegado a esta conclusión tras hacer un análisis zooarqueológico -de restos de animales-, que ha permitido saber las especies que componían los rebaños, la edad a la que se sacrificaban y obtener datos sobre su explotación (por ejemplo, obtención de carne, leche o lana).


También han hecho análisis de isótopos estables de carbono y oxígeno a muestras de esmalte dental de las ovejas para conocer la estación de nacimiento y la alimentación de estos animales, ya que la composición isotópica del carbono está ligada a los vegetales ingeridos por el animal, mientras que la del oxígeno está relacionada con el agua consumida, que incluye la procedente de las precipitaciones y que varía estacionalmente con las temperaturas.


Según los investigadores, que también han estudiado poblaciones ganaderas con restos del yacimiento arqueológico de la Cueva de Chaves (Huesca), las primeras evidencias de la cría de oveja en la Península Ibérica tienen una cronología de hace unos 8.000 años, después de su domesticación en Próximo Oriente y su expansión a lo largo del Mediterráneo.


Tras este proceso, eran muchas las incógnitas sobre cómo las primeras sociedades ganaderas y sus rebaños se amoldaron a las exigentes condiciones climáticas del interior Peninsular, diferentes a las del área Mediterránea a las que estaban acomodadas.


Según los datos resultantes del estudio hecho en El Mirador, hubo una rápida y exitosa adaptación.


Los nacimientos de las ovejas de este yacimiento se producían entre finales de invierno y principios de primavera, en el período habitual de parto de las cabras salvajes y las primeras domesticadas.


Además, los nacimientos en El Mirador tenían lugar en un período bastante restringido, de alrededor de un mes, frente a los 3 o 4 meses de duración de la época de partos registrados en el Neolítico en otras zonas de Europa, lo que evidenciaría un control del pastor sobre el ciclo estacional de las ovejas para calibrar mejor los nacimientos y proporcionar los adecuados cuidados a sus crías.


Los resultados de los análisis isotópicos de carbono, que proporcionan información sobre la alimentación de los rebaños, evidencian el uso de forraje como suplemento nutricional para el rebaño en estos meses más duros climatológicamente.


La disponibilidad de recursos vegetales en el entorno más inmediato de la cueva permitió a los pastores y a los rebaños permanecer a lo largo de todo el año en las proximidades del yacimiento, sin necesidad de moverlos a otras zonas, una idoneidad que habría provocado la elección de El Mirador como corral para estos animales. 


Molar de oveja (Foto IPHES)


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