Vino, Cava y otras bebidas

La UPM crea una metodología que mide cómo las bodegas cumplen la legislación de seguridad

sábado, 4 de mayo de 2024


Botellas de vino (Foto Univ Politu00e9cnica de Madrid)


Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han desarrollado una nueva metodología para evaluar el grado de cumplimiento por parte de los bodegueros españoles de la legislación europea de Seguridad Alimentaria en relación a los contaminantes en el sector del vino, analizando también “los principales retos y desafíos que aún se les presentan”.


También han utilizado esta herramienta para medir el nivel de cumplimiento de las bodegas ante la legislación europea, ayudando a conocer al detalle si las bodegas españolas cumplen con la normativa, y si son “eficaces” en el control de la presencia de este tipo de contaminantes.


Los autores del trabajo argumentan que asegurar un control “efectivo” de la presencia de arsénico, cadmio y plomo en las bodegas y los vinos que en ellas se fabrican es algo “crucial” para prevenir la intoxicación y enfermedades en los consumidores, “garantizando la seguridad alimentaria y protegiendo la salud pública”, según explican en una nota.


Los investigadores concluyen que, aunque “se ha avanzado mucho”, es “necesario instalar mejoras” en la identificación y el control de los “Puntos Críticos de Control (PCC)” relacionados con los riesgos de contaminación por arsénico, cadmio y plomo.


El desempeño de las bodegas en la identificación de la legislación aplicable sobre el riesgo de contaminación por metales pesados y metaloides “es muy bajo, lo que constituye una dificultad para un buen desempeño en el control de PCC relacionados con estos riesgos”, añaden.


La investigación se centra en la gestión de los PPC asociados a los riesgos de contaminación por arsénico, cadmio y plomo en las uvas y vinos por parte de las bodegas, por lo que su nueva metodología mide la eficacia de las bodegas en su gestión, tomando como base la formación, legislación (nivel de cumplimiento) y análisis fisicoquímico (presencia de contaminantes).


En el estudio constataron que la mayoría de las bodegas tienen datos sobre el análisis físico y químico de los suelos de los viñedos y la información sobre los fertilizantes utilizados, pero lo cierto es que la información sobre las concentraciones de arsénico, cadmio y plomo “es significativamente menor”.


En concreto, según sus datos, solo un tercio de las bodegas posee datos sobre los niveles acumulativos de concentraciones de arsénico, cadmio y plomo en el suelo, y esta proporción “disminuye aún más” cuando se trata de las concentraciones de estos metales en la solución del suelo.


La falta de equipos de espectrometría en las bodegas “es una barrera significativa para un buen desempeño en el control de la contaminación” por arsénico, cadmio y plomo en uvas y vinos, apostillan.


También “hay carencias que mejorar” en el cumplimiento de la legislación, ya que solo un tercio de las bodegas de pequeño a mediano tamaño “la aplica correctamente”.


Sin embargo, la investigación revela que la mayoría de las bodegas sí han implementado Sistemas de Gestión de Seguridad Alimentaria (FSMS), teniendo el 96,9 por ciento de ellas los Programas de Prerrequisitos, mientras que un 93,8 por ciento han implementado el Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control.


Los autores apuntan que las administraciones “deben ser conscientes de la necesidad de las bodegas de contar con ayudas públicas” para disponer del material y equipamiento de laboratorio adecuado para realizar los análisis precisos para la detección de la presencia de metaloides y metales pesados. 

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