EN NOMBRE PROPIO

Carlos García (CEBAS-CSIC): "Un suelo saludable y su biodiversidad incidirá favorablemente sobre la productividad agrícola"

jueves, 7 de diciembre de 2023


Carlos García CEBAS Cámara 1


Carlos García-Izquierdo es profesor de Investigación del CEBAS-CSIC, concretamente del Grupo de Enzimología y Biorremediación de Suelos y Residuos Orgánicos. Ha participado en proyectos como la creación de una línea de abonos a partir de compuestos orgánicos y minerales para la optimización de las características agroambientales de la fertilización.


García-Izquierdo realizó una especialización en Italia (CNR de Pisa) en Bioquímica de Suelos y Residuos Orgánicos, así como en Procesos de Biorremediación de Suelos. Sobre estos temas ha dirigido numerosas Tesis Doctorales y ha publicado más de doscientos artículos científicos en revistas SCI - Science Citation Index -.


Actualmente mantiene contratos de investigación con empresas como Repsol Petróleo, Fertinagro, Dam o FACSA, su grupo está catalogado como Grupo de Excelencia de la Región de Murcia.


Su principal línea de investigación tiene una perspectiva ambiental, orientada a la protección de un recurso como es el suelo, así como con la valorización de residuos orgánicos adecuadamente tratados.  Y hoy ha hablado para nuestra sección 'En nombre propio', de Agrodiario. 


1.- Actualmente su investigación se centra en la protección del suelo agrícola. ¿Cuál es el papel de éste en una agricultura sostenible?


El suelo es el núcleo de una agricultura sostenible. Alberga más del 25% de la biodiversidad del planeta, gestiona procesos que permite producir alimentos de calidad, condiciona flujos de agua, y, además, es capaz de fijar y secuestrar carbono, mitigando así el cambio climático. Dentro del ámbito agrícola, el suelo tiene importancia capital, ya que desde él se trasfieren a las plantas tanto macro y micronutrientes, como en algunas ocasiones,  contaminantes que pueda tener ese suelo, y que pueden llegar hasta el alimento y al ser humano. 


Asimismo, en el suelo trabajan todos los microorganismos que componen su biodiversidad, y que influyen sobre procesos vitales para los cultivos. Hay por tanto necesidad de disponer de suelos saludables, que influyan positivamente sobre la agricultura y su sostenibilidad.


El reto que tenemos los investigadores que trabajamos en Ciencia del Suelo, es conseguir que existan suelos saludables que ayuden a una agricultura sostenible, ligada asimismo a una sostenibilidad ambiental, económica y social. Rendimientos acordes con unas necesidades socialmente demandadas, y económicamente adecuadas, será pues la finalidad para la sostebnibilidad.


2.- El microbioma del suelo, es decir, la comunidad de microorganismos que existen en la tierra donde cultivamos, ¿cómo influyen las plantas que sembramos?


Los microorganismos existentes en el suelo (biodiversidad edáfica), son claves para que dicho suelo realice determinadas funciones; y por supuesto, inciden sobre su vegetación. Como ejemplo, pensemos en el fósforo, elemento que está en gran medida insoluble en el suelo; pero hay microorganismos capaces de solubilizar dicho fósforo y ponerlo a disposición de las plantas. También existen otros microrganismos que son capaces de degradar compuestos tóxicos, impidiendo así que puedan llegar a la planta y a los alimentos. 


Hay otro tipo de microorganismos con capacidad para fijar nitrógeno atmosférico y ponerlo a disposición de las plantas. Sabemos que todo el conjunto de especies y genes derivados de los microorganismos del suelo, forman su microbioma; deberíamos ser capaces de realizar acciones sobre los suelos agrícolas, que beneficien a ese microbioma, y que así se ayude a la producción agrícola de manera sostenible y saludable; ello permitiría usar una menor cantidad de insumos minerales, así como de plaguicidas, ya que conocemos microorganismos que pueden combatir plagas de manera biológica. Un suelo saludable y su biodiversidad incidirá favorablemente sobre la productividad agrícola.


3.- Ha declarado recientemente: “el suelo es algo vivo y, como algo vivo, se puede hasta morir”. ¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre un suelo vivo y un suelo muerto?


El suelo es un recurso natural que hay que conservar y proteger; y así lo ponen de manifiesto todas las normativas y directivas que se están hoy en día proponiendo en la mayoría de países. Sabemos que el suelo no es algo estático, sino que es dinámico, vivo, con macro y microorganismos que realizan funciones claves para la agricultura como se ha señalado anteriormente. 


Y esa biodiversidad edáfica es lo que define a un suelo vivo: aquel que es capaz de mantener una funcionalidad adecuada, permitiendo así una fertilidad y productividad óptima. Si a ese suelo lo presionamos con diferentes acciones negativas como el cambio climático, o algunas acciones antrópicas que generen una agricultura poco sostenible, la “vida” del suelo y por tanto su biodiversidad, sufrirá y ese suelo puede incluso morir. Llegados a ese punto, sería imposible recuperar un recurso natural tan valioso como es el SUELO.


4.-. Los criterios de calidad del agua y el aire son conocidos, pero, ¿cuáles son los criterios de calidad del suelo?


La pregunta no es sencilla, sobre todo, cuando sabemos que no sólo hablamos de “calidad del suelo”, sino también de “salud de suelo”; aportar criterios de calidad y salud para suelos agrícolas es aún más complicado, ya que además de que el suelo una matriz muy compleja, está influida por el tipo de cultivo, tipo de fertilización, etc. 


En cuanto a criterios de calidad, se podrían señalar algunos agronómicos y ambientales donde se incluiría un buen nivel de materia orgánica, así como de macro y microelementos, junto a un contenido bajo o muy bajo en compuestos tóxicos; esto se conseguirá con un uso del suelo sostenible en el que se eviten acciones negativas para su salud. 


Y por ello se debe también manejar un criterio más ecológico, incorporando la necesidad de que las acciones desarrolladas en agricultura no supongan una pérdida de biodiversidad edáfica, es decir, no perjudique a las poblaciones microbianas eficientes que existen en el suelo, y por tanto, a la vida del mismo y a su actividad micróbica.


5.- ¿Cuáles serían unas prácticas agrícolas adecuadas para el cuidado y conservación del suelo?


En primer lugar, señalaría la “necesidad de establecer una gestión y usos del suelo adecuados” que eviten, sobre todo, la pérdida precisamente de ese recurso natural, por procesos por ejemplo como la erosión hídrica, tan habituales por desgracia en el levante español. A este respecto, mantener un suelo con cubierta vegetal es clave, ya que las raíces conseguirán retener agua y suelo frente a lluvias torrenciales que precisamente, provocan la erosión nefasta que tan bien conocemos. 


Las prácticas agrícolas que bajo mi punto de vista serían útiles para llegar a suelos saludables, que permitan su conservación y protección y que proporcionen una funcionalidad y un mantenimiento de su biodiversidad, serían, por ejemplo: mantener niveles de materia orgánica adecuada (incentivar este hecho adicionando materiales orgánicos “de calidad”, puede ser de interés); evitar arados de suelo enérgicos, evitando así precisamente, una pérdida de materia orgánica del suelo por mineralización; evitar uso desmesurados de plaguicidas y de fertilizantes químicos; procurar la rotación de cultivos; implantación de cubiertas vegetales cuando sea posible; transitar hacia agricultura de conservación cuando sea posible, que beneficie a su biodiversidad.


Carlos Garcia CEBAS lab1


6.- En cuanto al cuidado del recurso suelo, ¿cómo podemos hacer frente a la escasez de agua, cada vez más acentuada; su mala calidad, por su procedencia de desaladoras en ocasiones; y la desertización que atenaza el Levante español?


En este sentido, y sobre el agua en agricultura, ya existen investigaciones realizadas por los expertos en el tema, que permiten conseguir un aprovechamiento integral del agua de riego mediante una agricultura de precisión, dando esa agua a la planta cuándo y dónde se necesita; esto es clave dentro del concepto de sostenibilidad. Pero si hablamos de los que nuestros suelos y su buen manejo pueden hacer en favor del agua, yo destacaría la necesidad de disponer de un contenido óptimo en materia orgánica; si se consigue un nivel apropiado de dicha materia orgánica (quizá un umbral podría ser sobre 2%), permitirá aprovechar mucho mejor el agua que llega al suelo, ya que mejorará la capacidad de retención hídrica de dicho suelo, haciendo así que la vegetación aproveche mucho mejor el agua existente en el suelo.


7.- ¿Qué tiene que ver el suelo con el mantenimiento de los flujos de agua?


Al hilo de la pregunta anterior, el ejemplo que para mí mejor define el beneficio posible de los suelos sobre los flujos de agua es considerar a dichos suelos como un “filtro depurador” del agua que les llega, tanto por eventos de lluvia como por los riegos que se emplean en agricultura. Si ese suelo es sano y su capacidad de filtración y depuración funcionan correctamente, conseguirá minimizar los efectos negativos de compuestos tóxicos tanto orgánicos como inorgánicos, a través de diferentes procesos edáficos en los que toman parte muchas de las poblaciones microbianas existentes en el suelo; a partir de ahí, los flujos de agua que pueden llegar a acuíferos se verán beneficiados. 


Además, también destacaría por supuesto, la importancia de la física de suelo en los flujos de agua que le llegan; un suelo con textura apropiada, que no permita excesos de lixiviación, así como mantener una porosidad adecuada, va a permitir al agua circular debidamente en superficie y profundidad, y generar flujos favorables. Asimismo, el incremento de la capacidad de retención hídrica de los suelos (por ejemplo, por la acumulación de materia orgánica procedente de los restos vegetales derivados de las plantas), puede colaborar a los flujos del agua.


8.- ¿Cómo influye el suelo en la mitigación del cambio climático?


Un servicio ecosistémico clave dentro de los criterios más ecológicos que les pedimos a nuestros suelos, y que, por supuesto beneficiará a la agricultura que sobre él se desarrolla, es considerar a dicho suelo como un posible sumidero de carbono. Hay que señalar que ese carbono es alimento para los microorganismos, que lo usan eliminando parte del mismo como CO2 por su respiración. Ese carbono que se deposita en los suelos, fundamentalmente procede de restos vegetales, los cuales, han fijado CO2 a través de la fotosíntesis. 


Una vez que esos restos vegetales llegan al suelo, su carbono más lábil será consumido por las poblaciones microbianas del suelo, y enviado a la atmósfera como CO2, proporcionando en su descomposición nutrientes a las plantas; pero otra parte del carbono se podrá integrar en dicho suelo como carbono “recalcitrante”, o bien se introducirá en agregados del suelo de pequeño tamaño, y ya no serán atacables fácilmente por los microorganismos, contribuyendo así a la fijación y secuestro de carbono en los suelos agrícolas, algo positivo y a tener en cuenta.


9.- ¿Qué papel juega la vegetación en la productividad del suelo?


Primero y como ya ha se ha aludido en alguna respuesta anterior, la vegetación existente en los suelos, evita procesos erosivos, ya que las raíces impiden la pérdida de dicho suelo. En segundo lugar, debemos señalar que las plantas captan carbono como CO2 de la atmósfera, lo cual es un claro beneficio ambiental. Y con relación al suelo, dicha vegetación aporta residuos vegetales a ese suelo, incrementando así su materia orgánica y carbono, lo cual condiciona una mejora en la salud del suelo, así como en su fertilidad y productividad; lo anterior confirma lo interesante que para nuestros suelos es que sobre ellos se desarrolle una vegetación adecuada, en muchos casos procedente de la agricultura. 


Asimismo, y desde una perspectiva unida a la vida del suelo, hay que señalar que la zona cercana a las raíces (rizosfera), a través de los exudados radiculares que generan, proporcionan un clima microbiano excelente, con una gran cantidad de enzimas asociadas, que influyen muy positivamente en la funcionalidad y biodiversidad de nuestros suelos, y por tanto, en la vida de los mismos.


10.- ¿A qué conclusiones o resultados se ha llegado quince años después del proyecto Aptar, centrado en la eliminación por vía biológica de los residuos cárnicos de la industria, y que lideró junto al Grupo de Enzimología y Biorremediación del Cebas-CSIC?


APTAR fue un proyecto europeo en el que hace ya 15 años, tratamos de compaginar la necesidad de valorizar residuos dentro de una economía circular, y unir este hecho a que dicha valorización tuviese utilidad para adaptar nuestra agricultura y nuestros suelos, a un cambio climático que muy probablemente, sería imparable (problemas de salinidad de suelos, subida de temperatura y efecto sobre plantas, escasez de agua, etc.). 


El proyecto permitió poner a punto metodologías “amigables” para convertir a residuos proteínicos resistentes (cuernos de animal, residuos de piel, plumas de ave, etc.), en aminoácidos libres conseguidos mediante el uso de enzimas apropiadas; dichos aminoácidos pueden ser aplicados al suelo agrícola, permitiendo a las plantas combatir mejor los estreses derivados del déficit hídrico o de exceso de salinidad, beneficiando así al sistema suelo-planta.


EN NOMBRE PROPIO


Un lugar de vacaciones: Cualquier lugar de costa, no masificado.

Una comida: No soy exigente; me encantan las sopas.

Actividad para desconectar: andar, leer, y pensar…

Un sueño para el sector: conseguir mantener una agricultura productiva y de calidad (a pesar de tener recursos frágiles como el suelo y agua), adaptada a los retos futuros, que no perjudique a nuestro medio ambiente, y que colabore a mantener un sector agrario eficiente y sostenible económicamente.

Una fiesta en el año: cualquier día en que uno pueda ser feliz; no necesariamente tiene que ser un día señalado en el calendario

Un valor: la sensatez y el sentido común

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